¿Quién te ha enseñado a ser tan cruel? Fuiste tú, madre, fuiste tú.
Pero también me enseñaste que todavía puedes seguir queriendo mucho a alguien que casi destroza tu vida.
Deberás tener paciencia conmigo, Laila, te has ganado mi rabia a pulso.
Lo que me estaba pasando era inimaginable, increíble. No sabía que podían hacérselo a un niño.
Yo sólo quería morirme.
Era capaz de callarse pero era incapaz de mentir.
Ha aprendido a disimular el dolor; lo ha hecho durante toda su vida. Aquel niño de trece años sigue aún muy dolorido.
Se necesita valor para soportar el dolor.
Lo ha retenido durante demasiado tiempo; suéltelo, expúlselo… tiene mucho por lo que llorar.
Antes de conocerte estaba como dormido y ni siquiera lo sabía.