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viernes, 2 de abril de 2010

LAS HORAS

Amor mío, tengo la certeza de estar enloqueciendo otra vez.

No podremos soportar otra de estas terribles crisis si sé que esta vez no me recuperaré.

Empiezo a oír voces.

Y no puedo concentrarme.

Por lo tanto voy a hacer lo mejor que puedo hacer.

Tú me has dado la mayor felicidad posible.

Has sido todo lo que alguien puede ser para otro.

Sé que estoy destrozando tu vida y que sin mí podrías trabajar y lo harás.

Lo sé.

Ni siquiera me expreso debidamente.

Lo que quiero decirte es que debo toda la felicidad de mi vida.

Has tenido una paciencia infinita y has sido increíblemente bueno.

En mí ya no queda nada salvo la certeza de tu bondad.

No puedo seguir arruinando tu vida.

No creo que dos personas puedan ser más felices de lo que hemos sido nosotros.

Virginia.

Una no puede llamarse mujer hasta que es madre.


Tú tienes una obligación con tu cordura.

He soportado esta custodia, este horrible encarcelamiento.

Soy atendida por médicos.

A todas horas soy atendida por médicos que me informan de mis propios intereses.

Por que yo los desconozco.

Eso no es cierto.

No conocen ni un ápice de lo que me interesa.

Virginia, puedo entender que es difícil para una mujer de tu…

De mi qué exactamente?

De tu talento. Aceptar que no es la más adecuada para juzgar su propio estado.

¿Entonces quién debe juzgarlo?

Tienes un historial! Un historial de confinamiento. Te trajimos a Richmond por tus continuos ataques, desmayos, depresiones, las voces que oyes… te trajimos aquí para salvarte del irrevocable daño que pretendías hacerte… has intentado suicidarte dos veces.

Vivo a diario con esa amenaza.

Monté la imprenta, montamos la imprenta por el hecho en sí… par que tuvieras a mano una fuente de ocupación y rehabilitación…

¿Cómo el punto de cruz?

Todo se hizo por ti. Se hizo para que mejoraras. Se hizo por amor.

Si no te conociera diría que esto es ingratitud.

¿Soy una ingrata?¿Me estás llamando ingrata? A mí me han robado mi vida. Vivo en un pueblo en el que no deseo vivir. Y llevo una vida que no deseo llevar. Dime por qué.

Si pensara con claridad, Leonard, podría decirte que estoy luchando sola y envuelta en la oscuridad y que sólo yo conozco. Sólo yo comprendo mi propio estado. Y tú dices que vives con la amenaza de mi extinción. Leonard, yo también vivo con ella. Ejerzo mi derecho, el derecho de todo ser humano, elijo no el asfixiante anestésico de los suburbios sino la violenta sacudida de la capital; esa es mi elección. A la paciente más humilde, a la más modesta le permiten dar su opinión en el modo de seguir su tratamiento; así define su humanidad.

Desearía por ti Leonard ser feliz en esta tranquilidad… pero si debo elegir entre Richmond y la muerte; elijo la muerte.

No se puede encontrar la paz evitando la vida, Leonard.


Querido Leonard, mirar a la vida a la cara siempre hay que mirarla a la cara. Y conocerla por lo que es así podrás conocerla, quererla por lo que es y luego guardarla dentro.

Leonard, guardaré los años que compartimos, guardaré esos años siempre y el amor siempre y las horas.

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