La educación no nos hace felices, tampoco la libertad.
No somos felices sólo por ser libres, si lo somos; ni por tener una educación, si la tenemos.
Pero la educación puede ser el medio que nos permite descubrir que somos felices; nos abre los ojos, nos dice dónde hay placeres ocultos… nos muestra que tan sólo hay una libertad que tiene verdadera importancia, la de la mente.
Y nos da la seguridad, la confianza, para recorrer el camino que esa mente, la mente educada, nos ofrece.
Claro que algo se nos escapa al describir los sentimientos humanos.
Por mucho que te esfuerces en ser precisa; en cuanto empiezas a describir cualquier sentimiento el lenguaje te falla.
Como una máquina de crear falsedades.
Queremos ser veraces y las palabras nos traicionan.
Todas las palabras lo son (extrañas); las coges por sorpresa, ¿no crees?
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